Un profesor palmea inapropiadamente a sus supervisadas, o las abraza al finalizar las sesiones de trabajo. A veces se dirige a ellas con adjetivos como "querida" o con un afecto y familiaridad inaceptables, dando a entender que la relación profesional podría transformarse fácilmente en romántica si la estudiante estuviera interesada.

Comentario: Este claro ejemplo de conducta inadecuada de un docente posee, no obstante, cierta ambigüedad a los fines de su clasificación.
En principio, puede decirse que sus conductas y actitudes son potencialmente generadoras de un clima hostil de trabajo.
Sin embargo, es posible que ese trato demasiado afectivo pueda ser interpretado por alguna de las alumnas como una demanda de reciprocidad. En caso de que tal demanda no sea bien recibida por la alumna, la acitud del docente configuraría quid pro quo.