Miguel Malagreca
El aprendizaje de una lengua extranjera es un proceso enmarcado por una serie de variables, en donde sobresale el vínculo docente-alumno. Las particularidades de esta relación ponen en perspectiva la ética en toda su dimensión dilemática, e invitan a una reflexión en donde todos estamos interesados.
El proceso de aprendizaje implica el establecimiento de un encuadre, una serie de variables que promueven la transferencia y consolidación de conocimientos así como la producción individual y grupal de los mismos. La enseñanza de una lengua extranjera no es una excepción. Algunas de estas variables pueden considerarse fundantes o primarias mientras que otras podrían ser contextuales o secundarias. Las primeras son las encargadas de garantizar y estimular la estructura del aprendizaje en su carácter simbólico, un aprendizaje que respete la condición humana y la preserve. Sin duda, el vínculo docente-alumno es un ejemplo de esta primera serie de variables.
Es sabido que la relación entre los miembros de un curso y el docente facilita o dificulta en mayor o menor medida la tarea grupal e individual. Pero quizás sea importante considerar que el aprendizaje de un idioma extranjero tiene de especial que pone de manifiesto la eficacia del lenguaje: muestra cómo una lengua da vida a cada cultura y orienta la mirada de sus hombres. Esto último se hace evidente en el uso de una frase idiomática, en el efecto de un chiste, o en la belleza de la poesía de todos los pueblos. Las ciencias humanas han llamado a esto la eficacia simbólica del lenguaje y es este mismo concepto el que explica en dónde reside lo específico del vínculo docente-alumno y cómo se ha asegurado desde siempre en la historia de la humanidad la transmisión de conocimientos. En ese encuentro entre un docente y un alumno existe una asimetría por la cual cada uno ocupa un lugar y cumple con funciones diferentes. Si todo anda bien, la relación se caracteriza por el respeto de cada una de las partes, la autoridad (y no el autoritarismo) en la transferencia de conocimientos y por el bienestar de la relación.
El aprendizaje de una lengua extranjera, al trabajar con lo más primario de nuestra condición humana, es un área particularmente sensible, en donde no faltan situaciones que plantean desafíos y preguntas que comprometen la dimensión ética del vínculo docente-alumno. A fin de ejemplificar lo anterior, tómese el siguiente caso:
Un docente se siente fuertemente atraído por una alumna con la que debe interactuar semanalmente y percibe que su sentimiento es correspondido. ¿Qué debería hacer el docente ante esto y por qué?
En una muestra espontánea de profesionales, todos docentes actuantes en distintas instituciones de la ciudad de Buenos Aires, se abstienen de concretar la relación amorosa un 30,6 %. Aquí están incluidas las respuestas que indican esperar hasta la finalización del vínculo docente-alumno y los casos que mencionan la necesidad de que la alumna cambie de curso. Algunas respuestas fueron:
"Trataría de ser lo más objetivo posible durante el curso y una vez finalizado establecería la relación amorosa."
"Debería aguantar hasta que termine el período en que debe interactuar semanalmente
y después de tanta sublimación e interacción semanal, ver qué queda de esa atracción y sentimiento. Otra variante sería: cambiar momentáneamente de curso porque su lugar es un lugar de poder
que coloca a la otra persona en inferioridad de condiciones."
Un 52,1 % daría inicio a la relación.
"Disfrutarlo ¿por qué no?"
"El docente no es un terapeuta ni un médico, es decir que tiene otros deberes (como preparar las clases, orientar la bibliografía). La abstinencia sexual no entra dentro de los deberes, por eso, al ser dos personas adultas deberán hacer lo que quieran y afrontar las consecuencias."
Las respuestas ambiguas alcanzan un 10,7 %.
"Podría invitarla a tomar un café, pero tal vez sería más prudente esperar a que termine el curso."
"Tomaría en cuenta el caso particular. Pero creo que la atracción puede suceder como algo común, pero entablar una relación sería diferente."
Un 6,6 % dio respuestas evasivas.
"Evaluar los pro y los contra de esta situación y actuar en consecuencia."
Esta situación plantea un dilema para el docente, poniendo en cuestionamiento el horizonte ético de su práctica. En él entra en juego la temática de la abstinencia sexual y su incidencia sobre el encuadre del proceso educativo. ¿Cómo pensar la misma sin caer en simplificaciones?
A partir de pensar el fenómeno de la transferencia y de su valor en todo vínculo humano, el psicoanálisis ha establecido que ésta se trata de la puesta en acto de aspectos históricos que se trasladan y actualizan en toda relación. En el caso del vínculo docente-alumno, es ella la que se convierte en un poderoso motor del aprendizaje, como así también en un obstáculo a sortear a partir de los múltiples escenarios en donde se despliega: la transferencia es un concepto que permite pensar desde la idealización del profesor hasta la abulia extrema, pasando por los distintos roles jugados en el aula y la identificación entre los miembros de un grupo. Todas estas situaciones tienen en común que se relacionan con el vínculo entre las personas, en donde la historia de cada una se enlaza a la situación presente, a veces a través de fantasías que son desconocidas.
Evidentemente, el fenómeno del amor no escapa a esta serie de ejemplos. El carácter dilemático de la situación planteada más arriba no radica en que el docente se siente atraído por una alumna, ya que toda atracción entre seres humanos está fundamentada en el mismo fenómeno: la movilización erótica, la transferencia inconsciente de afectos. En ese sentido no habría diferencia con otro modo de conocer a un semejante al cual nos sentimos atraídos. Lo que torna a la situación dilemática es que se refiere a la posibilidad de concreción de la relación amorosa en el marco de un vínculo asimétrico, es decir mientras se desarrolla el curso.
Es aquí donde el término abstinencia puede ser considerado en la acepción corriente de la lengua castellana: "virtud que consiste en privarse de satisfacer los propios apetitos". Urge una aclaración: no es en un sentido moral que debe interpretarse esta definición, sino como condición de posibilidad para ejercer el rol docente. Es el mantenimiento del encuadre lo que fundamenta la decisión de no concretar la relación con la alumna. Por tal motivo, debe pensarse como una posible solución las respuestas que indican esperar hasta la finalización del ciclo lectivo para iniciar la relación o aquéllas que proponen un cam- bio de curso de la alumno/a (30,6 % de los casos).
Por lo tanto, podría completarse la anterior definición indicando que la abstinencia es la "virtud que consiste en privarse de satisfacer los propios apetitos"... cuando éstos entran en conflicto con los intereses propios de una función que alguien es llamado a cumplir.
En este caso, nos estamos refiriendo al rol docente que supone la necesidad de cierta objetividad para poder evaluar a los alumnos. De concretarse una relación que exceda los límites del vínculo docente- alumno (amistad, parentesco, relación amorosa, etc.) dicha objetividad queda en riesgo. Los intereses propios de ese tipo de relaciones entran en conflicto con los intereses propios del rol docente, implicando un conflicto de intereses que debemos evitar si se quiere otorgar a la tarea docente un horizonte ético.